martes, 2 de abril de 2013

¿Porqué no entra la pelota?

Independiente generó 57 chances de gol en las siete fechas del torneo y sólo metió cinco. Una racha que lo condena.





Tuvimos situaciones de gol al por mayor. Llegamos con mucha claridad, pero fallamos en los últimos metros. A partir de ahora no hay que errar más”. La lectura de Américo Gallego fue acotada, no incluyó ribetes analíticos más profundos, pero puede catalogarse como una mirada correcta. Los números corroboran la teoría de que el déficit de Independiente no reside en la gestación de las jugadas sino en la zona de resolución. Y es precisamente allí, en el área, donde la responsabilidad del técnico se termina y la mochila recae sobre las espaldas de los delanteros.

Con apenas 21 goles, Independiente es el equipo que menos convirtió en la temporada. Además, marcó sólo cinco goles en lo que va del torneo Final con un dato particular que salta a la vista: ninguno de esos goles fue anotado por un delantero. Juan Caicedo, Luciano Leguizamón y Ernesto Farías no encuentran el gol redentor que los libere de la presión creciente. Son presos de sus propias imprecisiones. Y padecen. De a poco parecen entregarse ante el peso de una coyuntura que desemboca en un estado de resignación percibido en cada partido, en cada práctica. Son cazadores furtivos que subsisten de gritos conjugados en pasado, pero que atraviesan un presente ajeno a lo que marcan sus antecedentes. El caso de Martín Benítez contempla otros parámetros. El joven delantero jugó poco en relación a sus compañeros y no dispone de la madurez necesaria para adjudicarle responsabilidades que no son inherentes a su corta trayectoria.

Las estadísticas muestran que el equipo dispuso de 57 situaciones de gol en el actual torneo. Es decir, un promedio de ocho ocasiones por partido. La problemática es elocuente: los bajos márgenes de eficacia delatan los inconvenientes a la hora de definir. Independiente registra un 9% de efectividad y un módico promedio de una situación aprovechada cada 11 generadas. En la antesala del clásico frente a Boca, el técnico advirtió los problemas que se suscitaban en la terminación de las jugadas e hizo hincapié en ejercicios de puntería y definición. Aunque las 17 oportunidades que dilapidó el domingo confirman que dichos trabajos no provocaron una mejora.

A Independiente no le da el promedio (de gol y en la tabla del descenso) y precisa un guiño de la contundencia para salir adelante. Y pronto...

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