Por Mauricio Codocea; "CLARÍN".
El defensor, todo un símbolo, dice que el equipo recuperó la confianza y sueña en grande.
Sonrisas. Tula ve a Independiente en crecimiento. Y elogia a De Felippe.
Son días de tranquilidad para Independiente. Las aguas, finalmente, están calmas después de que el barco se hundiera en la más cruel de las tormentas, esa que llevó al club a la -hasta este año- desconocida e inhóspita isla llamada Primera B Nacional. Y Cristian Tula, uno de los marinos que naufragó a bordo del navío comandado en aquel entonces por Miguel Brindisi, es consciente de que el grupo está aprendiendo a sobrevivir como si de la serie Lost se tratara y de que el horizonte se divisa bastante mejor que hace algunos meses. “Este equipo va al frente en todo sentido, trata de llegar jugando por abajo. Y no hay titulares; es importante para el grupo, que sabe que debe salir campeón”, puntualiza el defensor, que tuvo tiempo para disfrutar en la despedida de Gaby Milito.
Después de un arranque en el que el conjunto de Avellaneda no hizo pie (con dos puntos obtenidos de 12 en juego), Brindisi tuvo que dejar el equipo. De Felippe se hizo cargo del timón y, con él al frente, la nave acomodó el rumbo: ganó 36 de 51 unidades. Tula destaca las virtudes que causaron la levantada del equipo: “Fue importante que los jugadores levantáramos el nivel. Con confianza, pudimos encontrar el juego y los tres puntos en casa, que era algo que necesitábamos para crecer”. En el Libertadores de América, con De Felippe, el equipo empató los primeros dos partidos pero luego ganó seis de siete y comenzó a cimentar sus sueños de ascenso.
El defensor, todo un símbolo, dice que el equipo recuperó la confianza y sueña en grande.
Sonrisas. Tula ve a Independiente en crecimiento. Y elogia a De Felippe.
Son días de tranquilidad para Independiente. Las aguas, finalmente, están calmas después de que el barco se hundiera en la más cruel de las tormentas, esa que llevó al club a la -hasta este año- desconocida e inhóspita isla llamada Primera B Nacional. Y Cristian Tula, uno de los marinos que naufragó a bordo del navío comandado en aquel entonces por Miguel Brindisi, es consciente de que el grupo está aprendiendo a sobrevivir como si de la serie Lost se tratara y de que el horizonte se divisa bastante mejor que hace algunos meses. “Este equipo va al frente en todo sentido, trata de llegar jugando por abajo. Y no hay titulares; es importante para el grupo, que sabe que debe salir campeón”, puntualiza el defensor, que tuvo tiempo para disfrutar en la despedida de Gaby Milito.
Después de un arranque en el que el conjunto de Avellaneda no hizo pie (con dos puntos obtenidos de 12 en juego), Brindisi tuvo que dejar el equipo. De Felippe se hizo cargo del timón y, con él al frente, la nave acomodó el rumbo: ganó 36 de 51 unidades. Tula destaca las virtudes que causaron la levantada del equipo: “Fue importante que los jugadores levantáramos el nivel. Con confianza, pudimos encontrar el juego y los tres puntos en casa, que era algo que necesitábamos para crecer”. En el Libertadores de América, con De Felippe, el equipo empató los primeros dos partidos pero luego ganó seis de siete y comenzó a cimentar sus sueños de ascenso.
“Eso nos ayuda para estar tranquilos cuando las cosas no salen”, admite Tula, que también habla acerca de la manera del DT de conducir al grupo: “Por su personalidad, no hablamos mucho, pero lo respetamos. Nos pide paciencia, nos pide calma para que el equipo no se desordene y sabe que, de mitad de cancha para adelante, este equipo gana partidos”. Por esa calma y esa confianza es que Tula e Independiente ven más factible la posibilidad de, a mitad del año que viene, abandonar esa isla y volver a Primera, la casa de donde Independiente nunca debió salir.
"CLARÍN"
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